Capítulo 250
Al decir esto, Sabrina hizo una pausa, miró directamente a los ojos de André y esbozó una sonrisa cargada de intenciones que dejaba entrever su
determinación inalterable. Sus pbras flotaron en el aireo una advertencia vda.
-No sé si el Grupo Guerrero, siendo una empresa tan grande, puede aguantar a un heredero con antecedentes penales y cara toda marcada.
El rostro de André se transformó en una máscara sombría, sus fiones endureciéndoseo granito bajo presión de aques pbras que resonabano una amenaza apenas disimda.
-?Me estás amenazando?
-Se?or Carvalho, se preocupa demasiado. Yo, una simple ama de casa, ?cómo podría
amenazarlo? -respondió Sabrina con una calma que contrastaba con tensión eléctrica que vibraba entre ambos.
Sabrina conocía perfectamente estrecha rción entre Fabián y André. De lo contrario, André jamás toleraría a alguieno Fabián, que solo sabíaplicarle existencia con sus problemas. Resultaba revdor que incluso cuando Fabián humiba en su presencia, André permanecía en silencio,o si aquello fuera un espectáculo insignificante que no mereciera su intervención. Aunque Fabián ramente significaba mucho para André, no era lo suficientemente valiosoo para dividir su fortuna por mitad. A pesar de que el acuerdo de divorcio estipba una distribución equitativa de bienes, Sabrina era plenamente consciente de dificultad que enfrentaría para obtener realmente esa parte.
Incluso llevando el caso a los tribunales, André encontraría ingeniosas estrategias para resificar esos bieneso adquiridos antes del matrimonio. Gabriel le había explicado con ridad que si los bienes eran anteriores a unión matrimonial, e no tendría derecho a un solo centavo. Además, hombres en posición de André invariablemente firmaban acuerdos prenupciales blindados antes de contraer matrimonio. Con un abogado suficientemente hábil, quizás lograría obtener una frión mínima, pero conseguir miles de millones resultaba prácticamente imposible.
Observando tensión que deformabas fiones del hombre, Sabrina continuó su ofensiva calcda.
-Esta vez, Fabián armó un escándalo con Hernán por lo de Araceli. Hernán está furioso y ahora no quiere tratar a Araceli...
Antes de que pudiera terminar, André sujeto bruscamente por barbi. Sus miradas se encontraron en un choque de voluntades mientras él pronunciaba cada pbrao si fueran esquis de hielo atravesando el aire entre ellos. -Sabrina, te estás pasando.
Los ojos profundos del hombre emanaban un frío que parecía capaz de paralizar cualquier
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resistencia. Sabrina sintió un dolor agudo y su rostro perdió color instantáneamente, sus pesta?as temndo involuntariamente ante aquel contacto forzado.
En un acto reflejo de defensa, levantó su pie e intentó pisar con fuerza el de André. él, anticipándose a su reión, retrocedió ágilmente para esquivar el ataque.
Al ver frustrado su intento, Sabrina alzó mano para abofetearlo, pero André, con reflejos sorprendentes, atrapó firmemente su mu?eca en el aire.
Quizás genuinamente enfurecido, André desplegó una fuerza imponente que convertía cada movimiento en una demostración de dominio imposible de contrarrestar. A pesar de su habitual frialdad y distancia, en esencia era un hombre autoritario y determinado. E lo había provocado en repetidas ocasiones y ahora cruzaba peligrosamente sus límites. ?Cómo podría él deja escapar tan
fácilmente? Deseaba ve humida, deseaba contemr su rendición.
La risa cristalina de Sabrina cortó el aire, semejante al sonido del hielo quebrándose sobre un estanque congdo.
Sin previo aviso, abrió boca y mordió con fuerza salvaje el brazo de André. él no esperaba semejante reión y, desprevenido, sintió cómo los dientes de e se hundían en su carne con feroz determinación,o si intentara arrancarle un pedazo.
André observó con asombro el intenso odio y repulsión que ardían en los ojos de mujer. Era una emoción que jamás había contemdo en e, pura y descarnada.
Una sensación indescriptible se agitó ens profundidades de André y, casi por instinto, empujó a Sabrina lejos de él.
E se tambaleó momentáneamente pero logró mantener el equilibrio, irguiéndose con dignidad. Sus ojos se habían transformado en dos pozos hdos, desprovistos de cualquier
emoción o calidez.
-André, no soy tu mu?eca para que hagas lo que quieras conmigo. Si vuelves a
tocarme, te arranco un pedazo de carne para que recuerdes que meterte con quien no puede defenderse iene consecuencias.
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