Capítulo 144
-Thiago, lomento mucho -susurró Araceli con expresiónpungida-. Debo someterme a un chequeo médicopleto, así que no podré pa?arte por ahora. Te prometo venir
ma?ana.
Dias después, volvió a disculparse con voz melosa.
-Thiago, disculpame, no es que me niegue a vr por ti -explicó mientras acariciaba suavemente su cabello-. Es que tu madre alberga un prejuicio profundo contra mí. Si permanezco aquí y e me encuentra, disminuirán aún máss probabilidades de que venga a
visitarte...
La abu y Araceli lo pa?aron durante dos días, pero prontoenzaron
a quejarse del ambiente hospitrio y de iodidad para dormir. Tras su partida, no regresaron.
Su padre, sumergido en innumerablespromisosborales, tuvo que
emprender repentinamente un viaje de negocios, imposibilitando su presencia junto a él.
Al final, fueron Teresa y Belén,s empleadas domésticas, quienes establecieron turnos para cuidarlo durante su estancia hospitria.
Desde aquel incidente, su madre tampoco había vuelto a aparecer.
Ni siquiera se había dignado a realizar una mada telefónica.
La se?ora Vargas le aseguró que era porque su madre detestaba
profundamente, y dado que él siempre se encontraba en supa?ía, su madre
evitaba visitarlo.
En realidad, Thiagoprendía perfectamente que su madre estaba furiosa porque había consumido algo prohibido para él.
"Solo probé un bocado insignificante, ?por qué mamá actúa con tanta mezquindad?", pensaba
con resentimiento.
Que él padeciera una reión alérgica fue meramente un desafortunado idente.
La transformación en elportamiento de su madre lo tenía profundamente irritado.
En ese instante, voz melodiosa de maestra interrumpió el hilo de sus cavciones.
-?Hanpletado todos su formrio de presentación?
Los peque?os respondieron al unísono con entusiasmo. -?Sí, está listo!
La educadora prosiguió con tono amable pero firme.
-Ahora procederé a recoger todos los formrios. Si necesitan realizar alguna modificación, infórmenme antes del viernes.
Las propuestas de presentación eran acordadas entre los ni?os y sus familias, registrándose
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meticulosamente en el documento.
La maestra invitaría a evaluadores profesionales para calificars actuaciones en tiempo real.
Una evaluación en vivo podría resultar intimidante para criaturas de tan corta edad.
Sin embargo, no existía alternativa. Este no era un jardín infantil cualquiera donde los ni?os simplemente jugaban; era un espacio destinado a fomentar el aprendizaje estructurado.
Este concurso de talentos teníao objetivo desarrors aptitudes artísticas de los peque?os.
Al concluir se, Thiago se aproximó a Romeo exhibiendo una expresión arrogante.
-?Bah! ?Eres tú, el ni?o indeseable que todos rechazan? ?Inventarás otra excusa para evadirpetencia?
Thiago aborrecía a Romeo porque creía que este le había "arrebatado" el cari?o de su madre.
Romeo continuabaportándose traviesamente a escondidas, dirigiéndose a élo "Thiago" directamente, pero mofándose a sus espaldas, lo que exacerbaba furia de Thiago.
Jamás había conocido a un ni?o tan insoportableo Romeo y había padecido considerablemente por sus iones.
Desde que se?ora Vargas le reveló que Romeo había interrumpido deliberadamente al médico para impedir que lo atendiera, su animadversión hacia él se había intensificado.
Romeo siempre exhibía unportamiento ejemr frente a maestros y padres; seguramente había sido él quien transmitióentarios malintencionados a su madre, provocando que e dejara de preocuparse por su bienestar.
Tras su alta hospitria, Thiago aprovechaba cualquier oportunidad para burse cruelmente
de Romeo.
En cada ocasión, Romeo permanecía en absoluto silencio.
Thiago interpretaba este mutismoo un signo de culpabilidad que impedía a Romeo articr pbra alguna.
Romeo, concentrado en su dibujo, se detuvo momentáneamente al escuchars pbras despectivas de Thiago.
-?No viste el formrio que maestra recogió? -respondió con calma-. La se?orita Sabrina ya me prometió que participará conmigo en esta ocasión.
Thiago quedó paralizado por sorpresa antes de exmar con indignación: -?Eso espletamente imposible! ?E jamás te pa?aría!
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Romeo depositó suavemente el lápiz sobre mesa y esbozó una sonrisa triunfal. -Quizás se?orita Sabrina me considerao su propio hijo, por eso desea pa?arme.
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Se acercó lentamente a Thiago; su voz, aunque baja, rebosaba satisfión y desafio.
-A partir de hoy, soy el hijo de se?orita Sabrina.
-Tú eres el ni?o salvaje que nadie quiere.
-Thiago, se?orita Sabrina ya no siente afecto por ti.