Capítulo 4
Sabrina inclinó cabeza con un gesto apenas perceptible,o si el peso de sus decisiones
aún danzara en su mente.
-ro, Dani, ya lo decidí -respondió con una firmeza que contrastaba con el leve temblor
de sus manos.-
-?Y Thiago? ?Qué va a pasar con él?
-Aunque pelee por su custodia, no hay forma de ganarles a los Carvalho. Y, además...
-Sabrina esbozó una sonrisa te?ida de amargura, un reflejo de heridas que aún sangraban en silencio Thiago tal vez ni siquiera quiera quedarse conmigo. Para él, ahora, una chica bonita y elegante es lo único que importa.
Dani frunció el ce?o, su rostro un mapa de lineas marcadas por incredulidad y el reproche. -Tú, que diste todo por él. Que casi te dejas vida en esa s de parto, un dia entero aferrada a esperanza de verlo nacer. Tú, que lo criaste con tanto amor...
-?Cómo podría él elegir a esa intrusa que destrozó lo que quedaba de su familia? -Dani apretó losbios, conteniendo indignación que pugnaba por salir.
Sabrina respiró hondo, su voz serenao ungo que esconde tormentas en su fondo.
-Solo prueba que son carne de misma carne. Hasta en eso se parecen: los dos caen rendidos por el mismo tipo de mujer.
-?Y André? ?Sabe que te marchas?
Sabrina negó con cabeza, un movimiento lento que parecía cargar con a?os de resignación.
-Seguro está con su verdadero amor ahora.
Antes de casarse, Sabrina tenía un peque?o departamento donde reinaba su soledad de soltera, un refugio que había quedado olvidado bajo capas de polvo y recuerdos.
Tras dejarlo impecable, Dani miró con un brillo travieso en los ojos.
-Oye, Sabrina, desde que nació Thiago no hemos salido juntas depras. ?Te animas a dar una vuelta hoy?
Si, desde aquel día en que Thiago llegó al mundo, vida de Sabrina había girado en torno a pa?ales, horarios y promesas rotas. Se había diluido en el rol de madre y esposa, dejando que su esencia se desvanecierao tinta en el agua.
Al cruzar mirada con los ojos chispeantes de Dani, Sabrina sintió un eco de lo que alguna vez fue: una mujer vibrante, llena de sue?os. Cinco a?os de matrimonio habían marchitado, convirtiénd en una sombra prematura de sí misma.
Un nudo de emoción inesperada le apretó garganta.
16.04
Capitulo 4
-Está bien-susurró, con voz quebrada por un anhelo que apenasenzaba a despertar.
En ese instante, el teléfono de Dani vibró con un zumbido insistente.
E atendió, y aunque Sabrina no alcanzó a escuchars pbras vio cómo el
el otrodo rostro de su amiga se ensombrecia.
-Entendido, ya vamos para allá -dijo Dani tras un silencio tenso, y colgó.
-Sabrina, alguien quiere pagar una fortuna por el violín Astra Aestiva que dejaste en tienda Notas del Mar Egeo -explicó, girándose hacia e-. El gerente dice que es un cliente importante y no puede negarse.... Como tienes tiempo hoy, ?qué tal si vamos a ver qué pasa?
Violin. La pbra resonó en Sabrinao un acorde olvidado. Cinco a?os habían pasado desde última vez que sus dedos rozarons cuerdas, desde que el canto de madera llenó su alma. Todo lo rcionado con aquel instrumento lo había delegado a Dani mientras sus dias se consumían en rutina de criar a Thiago.
Escuchar su nombre ahora erao abrir una puerta al pasado, un umbral hacia una vida que alguna vez le perteneció,
El aire dentro de tienda de música vibraba con una mez de nostalgia y tensión cuando Sabrina cruzó el umbral junto a Dani. Sus pasos se detuvieron abruptamente.
Frente a una vitrina de piezas exclusivas, un hombre de porte elegante y una mujer de belleza frágil contemban un objeto con reverencia. La voz de e, suaveo un susurro de seda, flotó en el aire.
-La legendaria Astra Aestiva... Es una maravi, ?no crees?
-André, sabes cuánto amo tocar el violin-continuó, girándose hacia él con ojos brintes-. Quiero organizar un concierto en mis últimos días y usar este Astra Aestiva. ?Qué te parece?
La respuesta de él llegó con una calidez profunda, casi inmediata. ro, me parece perfecto.
El gerente, a pocos pasos de ellos, parecía un manojo de nervios, secándose el sudor de frente con un pa?uelo arrugado. Al ver a Sabrina y Dani, su rostro se iluminóo si un faro hubiera cortado nie.
-?Se?orita sco, qué alegría que llegó! – exmó, casi tropezando en su prisa por
acercarse-. El se?or Carvalho insiste enprar el Astra Aestiva. Las condicioness pone usted, asi que... ?qué decide?