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Chapter 315

    Capítulo 315


    Araceli permaneció sumida en una profunda depresión durante semanas tras perder su cor, llegando incluso a requerir varias hospitalizaciones debido a su volátil estado anímico. André le había prometido entonces un nuevo cor, asegurándole que superaría con creces al que pertenecía a madre de Sabrina. Hoy, contemndo el resndeciente Azul Profundo ante sus ojos, Araceliprendió finalmente magnitud de aque promesa.


    -André, no tenías que molestarte tanto por mí -murmuró Araceli mientrass lágrimas de emoción rodaban por sus mejis.


    -El Azul Profundo con tu interpretación de Mar Profundo será algo único - respondió André, vando en e su intensa mirada.


    El cor que Araceli había codiciado de madre de Sabrina palidecíapletamente frente a esta joya. Ahora su mente y corazón estaban cautivados enteramente por el Azul Profundo. Ya se imaginaba luciendo aque maravi mientras interpretaba Mar Profundo, creando un espectáculo verdaderamente mágico y sublime.


    A diferencia de los demás artículos subastados, el Azul Profundoenzaba con un precio inicial de veinte millones de pesos colombianos. Sis pujas anteriores aumentaban al igual, con esta extraordinaria pieza cada incremento debía ser de mínimo cien millones. Muchos de los asistentes habían acudido precisamente por esta joya que, aunque teóricamente valorada en cien millones de pesos, probablemente alcanzaría los doscientos millones según el ritmo que llevaba subasta.


    Como era de esperarse, el precio del Azul Profundo ascendió rápidamente hasta los ochenta millones. Fue entonces cuando André, quien había permanecido en silencio durante toda vda, finalmente intervino con voz serena.


    -Cien millones.


    Con esas escuetas pbras, tensión en el ambiente se intensificó instantáneamente. Los presentes guardaron un silencio cómplice que evidenciaba su profundo respeto hacia André, indiscutible titán empresarial colombiano cuya influencia se extendía por todo el país. Nadie, ni siquiera sus más acérrimospetidores, se atrevería a desafiarlo abiertamente, conscientes de ques rivalidadeserciales son efímeras ys potenciales alianzas futuras, valiosas.


    Un silencio absoluto reinó en s. El subastador, impresionado por situación, reconoció el poder de un verdadero magnate capaz de silenciar a una multitud con una simple deración. Normalmente habría promocionado más pieza antes de iniciar cuenta regresiva, pero sabiendo que nadiepetiría contra André, decidió proceder directamente.


    -Cien millones a una.


    -Cien millones as dos.


    Justo cuando estaba a punto de concluir venta, una voz femenina, ra y melodiosa, resonó


    20:07


    en el silencio.


    -Doscientos millones.


    -?Guau!


    Las miradas atónitas de todos los presentes se dirigieron hacia quien había formdo aque deunal oferta. ?Doscientos millones? ?Un aumento de cien millones de una s vez? Aquello no era simplemente dinero, era una fortuna extraordinaria.


    Sabrina mantenía su expresión imperturbable, aparentemente indiferente as miradas estupefactas que recibía. Aunque el cor era indudablemente hermoso, su valor real no superaba los cien millones. ?Lo valoraba tanto por capricho o existía algún motivo oculto?


    Las miradas inquietas se volvieron nuevamente hacia André. Qué audaz era aque mujer, desafiando abierta y descaradamente a alguien tan poderoso sin mostrar el menor temor.


    André observó a Sabrina con una mirada que se oscureció gradualmente antes de dirigir su atención hacia Fabián, quien captó inmediatamente el mensaje tras recuperarse de su


    asombro inicial.


    -Doscientos cincuenta millones -soltó Fabián con voz vte.


    Aunque sabía que André respaldaría económicamentepra si el cor terminaba en sus manos, Fabián ya no mostraba seguridad de antes. Se trataba de dinero real, no de simples billetes de juego. Por más que deseara actuar impulsivamente por amor, era consciente de su incapacidad para afrontar semejante suma.


    Fabián entendía perfectamente que André le había pedido pujar no porque careciera de recursos, sino para determinar si Sabrina pretendía incitarlos a elevar continuamente el precio. Después de todo, cifra ya superaba en más de cien millones el valor original de pieza, una cantidad nada despreciable.


    Sin embargo, Sabrina, quien normalmente sabía cuándo detenerse, siguió pujando


    imcablemente.
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