Capítulo 257
André hizo su aparición puntual. Sabrina apenas le dirigió una mirada oblicua, su voz cortanteo navaja recién afda.
-Vámonos.
No le sorprendía su presencia. Para André, cualquier asunto merecía atención, excepto e. Además, carta de perdón de Fabián seguía siendo su as bajo manga.
Ingresaron al registro civil uno tras otro, manteniendo una distancia que haba más que cualquier pbra. El interior rebosaba de contrastes humanos: pocas parejas uniendo sus vidas mientrasrgas fs de matrimonios deshaciéndose serpenteaban por el vestíbulo. Entre los rostros de quienes disolvían sus vínculos, se dibujaba toda gama del desencanto: indiferencia cial de quienes ya habían muerto emocionalmente, ira ardiente de los que seguían culpándose mutuamente, desesperacióncerante de quienes suplicaban una última oportunidad, y mal disimda liberación de quienes contaban los segundos para recuperar su libertad.
Apenas cruzaron el umbral, un funcionario se materializó frente a ellos con deferencia servil.
-Se?or Carvalho, por aquí, por favor.
André, evidentemente, había orquestado todo con antción. Si se lo proponía, podía convertir cualquier trámite en una experiencia perfectamente ejecutada.
En intimidad de una s privada, un empleado aguardaba para procesar su documentación. Mientras esperaban, André rompió el denso silencio.
-Si dices que te arrepientes, todavía estás a tiempo.
-?Ahora me sales con esto?
Su risa despectiva resonóo cristal quebrado en el silencio de habitación.
Los ojos de André, ya de por sí oscuros, se ensombrecieron aún más, destendoo obsidiana pulida.
-Cuando te arrepientas, no digas que no te di oportunidad.
-?Desde cuándo te volviste tan indeciso? ?Todavía quieres carta de perdón?
André optó por el mutismo absoluto.
Transcurridos unos diez minutos, el funcionariopletó los formrios para el período de espera.
-Durante este mes, pueden cancr el proceso si lo desean. Si después de treinta días mantienen su decisión, regresen para finalizar el trámite.
Sabrina recogió los documentos agradeciendo al funcionario con cortesía mecánica. Al emerger de s privada, el vestíbulo del registro vibraba con un alboroto creciente.
16.21
-?Esto es el colmo! ?Llevo días viniendo antes de Navidad y siempre me dicen ques citas están llenas! ?No puedo agendar en línea ni conseguir turno aquí! ?Cuándo diablos voy a poder divorciarme?
Un hombre corpulento vociferaba frente al mostrador, su frustración contagiando a otros quepartían su desventura.
-?Tengo un mes intentando conseguir cita y siempre están saturadas! ?De verdad hay tanta gente queriendo divorciarse?
-Para casarse no hay límite, pero para divorciarse sí, ?no es irónico?
-Ofrezco cien mil pesos colombianos por una cita. ?Alguien interesado?
-?Cien mil? Taca?o. Yo doy trescientos mil.
-?Quinientos mil! ?Es increíble que no pueda divorciarme!
-?Un millón de pesos! Ya no soporto vivir con este hombre violento. Por fin aceptó divorciarse, pero si seguimos tardando, temo que cambie de opinión. Mi vida vale más que el dinero.
Una voz anónima intervino desde multitud.
-?Y por qué no lo demandas por violencia en vez de hacer f aquí?
La mujer, con ojos enrojecidos, respondió entre sollozos contenidos.
-Ya lo hice. Me tomó casi ocho mesespletar el juicio. Mi ex le juró al juez que todavía me amaba, que quería darles una familia a nuestros hijos y se negó al divorcio. Dijo que me golpeó por impulso y que no volvería a pasar. En el tribunal sonaba muy convincente y pidió otra oportunidad. Pero al volver a casa, siguió golpeándome!
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