Capítulo 254
Sabrina contempló a Araceli con expresión impasible mientras tomaba su celr y marcaba un número. Araceli aún noprendías intenciones de Sabrina cuando ya habían atendido al otrodo de línea.
-La se?orita dice que pronto dará un concierto y tiene miedo destimarses manos, lo que te molestaría, por eso no quiere sificars hierbas -explicó Sabrina con voz serena-. Hernán no acepta gente que no trabaje aquí, así que mejor ven por e.
Un prolongado silencio se extendió en línea antes de que una voz masculina respondiera:
-Pásam.
Sabrina extendió el teléfono hacia Araceli, quien ya había deducido pors pbras de Sabrina a quién había contactado.
-André, me da miedostimarmes manos y que eso afecte cómo toco -dijo Araceli entre sollozos teatrales-. Ya sabes que los violinistaso nosotros hasta tenemoss manos aseguradas.
-Te voy a mandar unos guantes especiales ahorita -respondió André con firmeza-. No voy a dejar que testimess manos.
Araceli quedó paralizada, incapaz de articr pbra durante varios segundos.
Al notar su silencio, André a?adió:
-Estoy en junta, si no hay nada más, te dejo.
Media hora después, un mensajero de André llegó con cuatro pares de guantes. Incluso había incluido un par especial para ni?os, destinado a Romeo.
Hernán se probó los guantes y descubrió que le ajustaban perfectamente.
-?Caramba, qué buenos están! entó Hernán examinándolos detadamente-. Tan delgadoso s de mariposa, resistentes y duraderos, no maltratans manos al selionar hierbas... Si hubiera sabido que André podía conseguir algo así de bueno, habría puesto a Araceli a sificar más bolsas.
Al escuchar estas pbras, Araceli casi se desploma de indignación.
Con los guantes de André ya entregados, resultaba evidente que él no tenía intención de llevárs; solo podía continuar selionando hierbas a rega?adientes. Aunque había aceptado venir por André, no estaba dispuesta a permanecer allí sin resistencia. Comprendía perfectamente que Hernán quería allí paraplicarle existencia, pero no sería tan ingenuao para seguirles el juego.
Poco después, Aracelienzó a sujetarse cabeza, fingiendo estar al borde del desmayo.
-Me siento mareada... ay, ya no puedo más...
16:20
Sabrina esbozó una sonrisa gélida y sin titubear, mó inmediatamente al 911. Minutos después, una ambncia se llevó a Araceli.
En el hospital, André, quien había acudido al enterarse de noticia, se frotabas sienes con evidente agotamiento.
-?Y ahora qué le pasa a Araceli?
-De repente se sintió mareada y dijo que ya no podía seguir -explicó Sabrina con naturalidad-. No me quedó de otra más que mar a ambncia. No podemos ser responsables si se pone peor.
Una hora más tarde, Araceli salió de habitación de exámenes.
-La se?orita no está muy bien -informó el médico con expresión seria-. No debe esforzarse mucho y necesita descansar bien...
Hernán, quien había pa?ado al grupo, interrumpió abruptamente:
-?Pueden curar lo que tiene esta muchacha?
El doctor, confundido por pregunta inesperada de Hernán, respondió:
-La se?orita tiene una enfermedad terminal, solo podemos tratar de retrasar que avance, pero no cura...
-?Cómo se atreven a har con tanta arrogancia si ni siquiera pueden cura? - espetó Hernán, cortando al médico-. ?Muchos
pacientes que podrían curarse a tiempo son abandonados por médicos inútileso ustedes!
Hernán ya sospechaba que estos médicos habían sido sobornados por Araceli.
212