Capítulo 230
Hernán lo miró con una expresión severa,s arrugas de su rostro acentuándose bajo tenue luz de habitación.
-Tú... tu problema es aún más grave. De los tres, eres el que tiene el problema más serio hoy.
-Siéntate, y déjame tomarte el pulso para examinar tu problema más a fondo.
André intercambió una mirada con Fabián, un destello de incertidumbre cruzando sus ojos mientras avanzaba hacia si frente al anciano. Fabián, sintiéndose un poco incómodo, se rascó cabeza, consciente des dudas de André. Todos decían que este viejo era un médico mgroso. Había gastado una fortuna y mucho tiempo para finalmente encontrar a este legendario sanador. ?Pero cómo era posible que no pudiera identificar quién tenía una enfermedad terminal? ?Podría ser... un impostor, un verdadero chatán?
Al escuchar esto, Araceli tuvo un presentimiento, su mente trabajando rápidamente entres posibilidades que se desplegaban ante e. "Así que era un estafador. ?Eso es perfecto! Un estafador que solo busca dinero podría ser más fácil de sobornar. Podría cborar con este viejo médico, tomar algunos tratamientos y decir que mi condición está mejorando. Después de un a?o o más, podría decir que estabapletamente curada. Hasta hace poco, me preocupaba cómo mantener mi mentira en unos meses. Y ahora, oportunidad se presentó
ante mí."
André se sentó en si frente a Hernán y extendió su mano, sus dedos ligeramente tensos mientras el anciano los tomaba entre los suyos. Fabián miraba a Hernán con el ce?o fruncido, desconfianza emanando de cada poro de su piel. Si Hernán se atrevía a decir que André era que tenía enfermedad terminal, Fabián se aseguraría de destruir su reputación y marcarle cara cons pbras "soy un fraude", para luego pasearlo en público.
Hernán empezó a mover cabeza de undo a otro, sus dedos arrugados presionando suavemente sobre mu?eca de André mientras suspiraba con teatralidad.
-Ay, quién lo diría, un joven tan prometedor, pero también con una enfermedad incurable. Qué pena, qué pena...
Fabián abrió los ojoso tos, indignación creciendo en su interioro una tormenta a punto de estar. ?Resultó ser un verdadero estafador! Estaba a punto de explotar, pero voz tranqu de André lo interrumpió, cortando el aire tenso de habitación.
-Oiga, ?podría decirme qué enfermedad incurable tengo?
Fabián contuvos pbras que casi escapaban de su boca, observando con atención. Parecía que André quería ver cómo este viejo enga?aba a los demás, dándole suficiente cuerda que se ahorcara con sus propias mentiras.
Hernán acarició su barba canosa con un gesto contemtivo, sus ojos entrecerrados evaluando a André con fingida preocupación.
para
-Tú, tus ojos tienen un problema muy serio. Si no lo corriges, podrías quedar ciego en el futuro.
Capítulo 230
-Además, tienes un problema considerable con el corazón. No está donde debería estar... está bastante desviado.
-Sin embargo, lo más grave es tu cabeza.
Hernán se?aló su propia cabeza con seriedad, su dedo índice trazando peque?os círculos en su
sien.
-Parece que algo tóxico ha entrado en tu cerebro, y está bastante afectado, casi hecho papi. -Dime, con tantas enfermedades incurables, ?no es eso una enfermedad terminal?
Al escuchar primera frase de Hernán, Fabián pensó que definitivamente era un fraude, que había encontrado a persona equivocada. Con segunda frase, Fabián empezó a dudar si el corazón de André realmente estaría deldo derecho. Pero al escuchar última parte, Fabián se dio cuenta de que el viejo se estaba bundo de ellos descaradamente, cada pbra una provocación deliberada.
-?Por Dios! -murmuró entre dientes, sintiendo sangre hervir en sus venas.
André también se dio cuenta de esto y miró a Hernán con una expresión calcdora, intentando descifrars verdaderas intenciones del anciano.
-Oiga, ?por qué nos trata así? Parece que no le agradamos mucho.
Hernán se quitós gafas de lectura con un movimiento pausado, revndo unos ojos sorprendentemente prantes para alguien de su edad.
-Parece que tu cerebro no estápletamente arruinado.
Fabián estaba a punto de explotar de furia, sus pu?os apretados y el rostro
enrojecido. Estaba listo para gritar, pero André lo detuvo con un gesto sutil. Miró a Hernán, manteniendo una calma que contrastaba con tensión palpable del ambiente.
-?Puedo preguntar por qué nos trata así?
Hernán adoptó una postura desafiante y justificada, su peque?o cuerpo
irradiando una autoridad inesperada mientras se reclinaba en su si.
-?Por qué? Simplemente porque los veo a ustedes y no me dan buena espina. Me caen mal.
André, con una serenidad inquebrantable, preguntó:
-Entonces, enfermedad que queremos tratar, ?tiene alguna solución?