Capítulo 50
Tras pronunciar aques pbras, Gabriel ignoró deliberadamente a los presentes y colocó el termo sobre mesa con un movimiento delicado.
-Te he traído el desayuno, Sabrina. Imagino que aún no has probado bocado.
-Gracias, se?or Castillo -respondió Sabrina con genuina gratitud en su voz. Fabián, observando escena con desdén al percatarse de que el visitante era unpleto desconocido para él, no pudo contenerse.
-Vaya ironía, ni siquiera has finalizado tu divorcio con André y ya tienes a otro revoloteando a tu alrededor. Aunque estés en un hospital, podrías mostrar algo de discreción con tu desesperación.
Se detuvo brevemente, consciente de presencia de André, y decidió moderar su ofensiva, pero sin abandonar su tono despectivo.
-?Es que no conoces vergüenza, Sabrina?
Gabriel, sin dignarse a mirar a Fabián, dirigió una sutil sonrisa hacia André.
-Se?or Carvalho,prendo que Sabrina no sea de su agrado, pero ?realmente considera necesario acosa cuando se encuentra hospitalizada y vulnerable? ?Especialmente pa?ado de su íntima amiga y aliados?
El semnte de André se transformó instantáneamente,o si un manto de oscuridad
cubriera sus fiones.
-Si el se?or Castillo está al tanto de que e es mi esposa, ?con qué derecho se presenta tan temprano para prodigar atenciones a una mujer casada?
Gabriel Castillo, heredero del poderoso conglomerado que llevaba su apellido, había establecido su residencia en Argentina durante a?os.
Era padre de un ni?o de cinco a?os cuya procedencia materna permanecía en el misterio. Los rumores sugerían que el peque?o era ilegítimo, dado que jamás se había documentado matrimonio alguno de Gabriel.
El imperio Castillo rivalizaba en poder con el Grupo Carvalho. Durante los últimos a?os, corporación había manifestado interés en establecer alianzas con empresas brasile?as, aparentementeo estrategia para su expansión en el país.
Gabriel esbozó una sonrisa imperturbable mientras sostenía mirada prante de André.
-Se?or Carvalho, si verdaderamente se considera su esposo, ?por qué no muestra preocupación por el bienestar de Sabrina? ?Por qué, en lugar de inquietarse por si haido, prefiere presentarse con su íntima amiga para rdear frente a e?
-Si usted no v por Sabrina, tenga por seguro que otros lo haremos.
20:120
Fabián, incapaz de mantenerse al margen, interrumpió nuevamente:
-?Vinimos a cuestionar a esa asesina de Sabrina sobre por qué atropelló deliberadamente a Araceli, casi provocándole muerte!
Gabrielnzó una mirada fugaz pero prante hacia Fabián antes de responder con pausada cadencia:
-Ustedes carecen de autoridad policial para interrogar a Sabrina. Cualquier investigación debe recaer en manos des autoridadespetentes. En este momento, e necesita reposo absoluto. Les pido que se retiren.
Fabián, visiblemente contrariado, replicó:
-?Quién te has creído para expulsarnos? Aún no le he exigido explicaciones por derribarnos a Araceli y a mí.
-?Sabrina los derribó? -cuestionó Gabriel,o si acabara de escuchar un chiste particrmente absurdo-. ?No sería prudente consultar al médico si Sabrina, en su condición actual, tiene siquiera capacidad de incorporarse para agredir físicamente a alguien?
Aunque dirigía su respuesta a Fabián, su mirada permanecía fija en André.
-Aunque su pie no presenta fracturas, sufre un esguince leve que le impide levantarse o realizar esfuerzos durante al menos tres días.
Una sonrisa sutil se dibujó en el rostro de Gabriel:
-Se?or Carvalho, ?considera factible que una mujer confinada a una cama hospitria, incapacitada para incorporarse, posea fuerza para agredir a este caballero y a se?orita?
-nteado de otro modo, si deseaban evitar ser agredidos por Sabrina, ?no habría bastado con apartarse? Después de todo, se?orita únicamente tiene lesionada mano, no el pie.
-Por cierto a?adió,o si acabara de recordarlo-, si el se?or Carvalho desconfía de mis pbras, puede solicitar al médico que examine lesión en el pie de Sabrina paraprobar si estoy faltando a verdad.
La mirada de André se tornó abismal, oscureciéndose aún más, y sus ojos prantes se desviaron súbitamente hacia Fabián.