Capítulo 38
El joven oficial confirmó con un asentimiento firme.
El interrogador escrutó a Sabrina con mirada prante tras recibir información.
-Se?orita Ibá?ez, ha surgido un nuevo testigo y este asunto requiere mayor investigación. Lamento informarle que por ahora deberá permanecer bajo nuestra custodia.
?Un testigo? Sabrina tensó mandíb. Si realmente existiera alguien que pudiera testificar, este circo no habría llegado tan lejos. La repentina aparición de un testigo precisamente ahora...
Una sensación gélida se apoderó de su cuerpo. Comprendió estrategia con dolorosa ridad: alguien conocía perfectamente su situación y había enviado deliberadamente a una persona para incrimina en este momento preciso, buscando su condena.
“Qué calcdora frialdad. Esta persona no tiene límites."
El interrogador mantuvopostura profesional frente a e.
-Se?orita Ibá?ez, le pido que coopere con nuestra investigación.
Sabrina recuperó el control de sus emociones con rapidez estudiada.
-?Puedo saber identidad de ese supuesto testigo?
-Lomento -respondió el oficial negando con cabeza-. Para garantizar seguridad del derante, no podemos revr su información. Si tiene objeciones, puede contactar a un abogado o solicitar a algún conocido que gestione una fianza.
Todo había sucedido con tal precipitación que ni siquiera había tenido tiempo de buscar representación legal. Repasó mentalmente sus opciones: Marcelo estaba atrapado en el mismo vendaval mediático que e, resultaba imposible recurrir a él. Dani, con su naturaleza ingenua, sería presa fácil para André; cualquier pbra imprudente podría volverse en su contra y arrastrar a su amiga a este abismo.
?Y André? ?Esperaba que e se arrodira admitiendo culpas imaginarias, o seguiría alimentando sospechas para mantene encerrada indefinidamente?
Una sonrisa cargada de ironía se dibujó en su rostro.
-Comprendo situación -respondió con serenidad, bajando susrgas pesta?as.
El oficial estaba a punto de conduci a celda de detención cuando una voz masculina, profunda y cautivadoraos notas de un violonchelo, resonó en el pasillo.
-Se?orita Ibá?ez,
Sabrina alzó mirada, sorprendida.
Un joven de camisa nca permanecía de pie a cierta distancia. Su rostro poseía una belleza
20:10
Capítulo 38
innegable y emanaba un aura de despreocupada elegancia. El cuello ligeramente desabrochado acentuaba ese aire rebelde que lo caracterizaba. Susbios finos sostenían una sonrisa perfectamente calibrada, mientras sus ojos profundos evocaban pétalos de durazno flotando sobre agua cristalina, igualmente seductores y misteriosos.
-?Se?or Castillo? -exmó Sabrina con genuina sorpresa-. ?Qué hace aquí?
"?No regresaría hasta el fin de semana?"
Gabriel esbozó una sonrisa ligera pero reconfortante.
-Romeo me informó sobre su situación, se?orita Ibá?ez.
Romeo. El nombre provocó una inesperada calidez en su pecho.
Desde aquel huminte episodio con los huevos, había decidido que el muchacho regresara a casa. La incertidumbre sobre resolución de sus problemas hacía demasiado peligrosa su
cercanía.
Mientras enfrentaba esta tormenta, André y Thiago se habían vuelto inalcanzables: ni una mada, ni un mensaje. En cambio, Romeo contactaba diariamente, preocupándose sinceramente por su bienestar.
Un virtual desconocido mostraba más humanidad que su propio esposo e hijo, quienes aparentemente tenían tiempo de sobra para pasear con Araceli.
-Cualquier cosa que necesites puede esperar -le aseguró Gabriel-. Primero salgamos de aquí. Ya cubrí tu fianza, podemos irnos ahora.
Sabrina guardó silencio unos instantes antes de asentir levemente.
-Gracias.
En una oficina al otrodo de ciudad, Iván Silva entró con pasos discretos. Encontró a su jefe absorto ens imágenes que mostraba televisión de panta na.
La transmisión exhibía a Sabrina siendo atacada con huevos, rodeada por una turba hostil. La dignidad perdida en su rostro asemejaba a un animal acorrdo,pletamente expuesta a humición pública.
Iván desvió mirada, incómodo ante escena, y habló en voz baja.
-Se?or Carvalho, hace poco se?orita Ibá?ez fue llevada a interrogatorio. Según mis fuentes, un testigo ha presentado nuevas pruebas... Si nadie paga su fianza, probablemente permanecerá detenida.
Vaciló brevemente antes de continuar.
-?Deberíamos enviar a alguien para gestionar libertad de se?orita Ibá?ez?
André lo miró con expresión indescifrable.
-?Cuándo ocurrió esto?
Revisó su teléfono móvil casio un acto reflejo.
La panta permanecía vacía: ni madas perdidas, ni mensajes desesperados.
"Si prefiere ser perseguida por opinión pública y quedarse encerrada antes que reconocer su error, seguramente tampoco necesita ayuda de nadie."
Susbios delgados dibujaron una sonrisa gélida.
"?No es e tremendamente obstinada? Perfecto. Que resuelva esto por sí misma."