Capítulo 10
André frunció el ce?o, su rostro endurecido por una mez de sorpresa y disgusto.
-?Qué haces aquí?
Marcelo, el inseparablepa?ero de Sabrina, su amigo de toda vida, había crecido con e desde infancia. André lo había visto en más de una ocasión y habia escuchado innumerables historias sobre él debios de Sabrina. E solía contar cómo Marcelo, huérfano desde peque?o, se habia criado con sus abuelos en un rincón olvidado del mundo. En secundaria, muerte consecutiva de ambos lo dejó sumido en una soledad absoluta. Fue entonces cuando madre de Sabrina, con su ojo agudo para el talento, descubrió chispa musical en él y lo acogióo discipulo. Al principio, Marcelo era un alma esquiva, envuelta en mncolía, rechazando a quien se le acercara. Sabrina, con paciencia y ternura, tardó tresrgos a?os en derribar sus muros y ganarse su confianza. Sin embargo, desde el primer encuentro, André sintió una punzada de rechazo hacia aquel hombre que no lograba descifrar.
-Entonces, tú te paseas con tu exnovia por ahí -dijo Marcelo, su voz desprovista de calor, pero afda con un sarcasmo que cortabao el viento. ?Qué tiene de extra?o que Sabrinaparta una cena con su amigo de toda vida?
Cada pbra desmantba sin piedad fachada que André y Araceli intentaban sostener.
Los ojos de André se nuron de furia, su semnte atractivo endureciéndose hasta volverse imcable.
-Sabrina, vámonos de aquí.
E lo miró con una calma gélida, casi desafiante.
-No, aún no terminé de cenar con mipa?ero.
La voz de André bajó a un tono cortante, cargado de advertencia.
-Sabrina, te lo digo por última vez: vámonos.
E reconoció al instante esa inflexión. Era se?al de que su paciencia se agotaba. Si no cedia ahora, no sería solo un silencio tenso lo que esperaría. André era experto en doblega, en encontrar el modo de hace retroceder. Nunca borraria de su memoria aque noche de tormenta, con lluvia empapánd hasta los huesos mientras se arrodiba a sus pies, suplicando entre sollozos que le devolviera a Thiago. él, desde su altura, observaba con desprecio y le preguntaba:
-?Ya entendiste en qué te equivocaste?
Sus lágrimas se mezban con el agua que caía, y no tuvo más remedio que tragarse su orgullo y disculparse por lo de Araceli en el agua. André siempre haba forma de contr.
Recordándolo, una sonrisa tenue y amarga curvó susbios rojos antes de dejar escapar una s pbra.
16.04
Captulo 10
-No.
Los ojos de André se tornaron ciales, susbios apretándose en una línea dura.
-Sabrina, piénsalo muy bien.
-El se?or Carvalho puede hacer lo que le zca -respondió e, con una serenidad que rozaba indiferencia.
Thiago había sido su talón de Aquiles, pero ahora, ni siquiera él le importaba lo suficienteo para doblegarse. André habia perdido su última carta.
una
Sabrina giró hacia Marcelo, su rostro iluminado por una chispa de decisión.
-Compa?ero, el ambiente aqui está un poco cargado. ?Qué tal si buscamos otro lugar paraer?
Marcelo guardó silencio unos instantes, observánd con atención, antes de asentir con suavidad.
De acuerdo.
Sin dirigirles una mirada más a los tres que quedaban atrás, Sabrina tomó su bolso de mesal con un movimiento elegante y se encamino hacia salida.
Desde el fondo, voz de Thiago resonó, te?ida de incredulidad. -Mamá, ?de verdad no vas a disculparte con se?orita Vargas?
E apenas detuvo su paso un segundo, luego continuó sin volverse.
André siguió con mirada silueta de Sabrina mientras se alejaba, sus ojos oscureciéndose con una intensidad que parecía tragarse luz. Thiago, a sudo, también observaba, su peque?o rostro surcado por una confusión que lo hacía parecer aún más vulnerable.
“Mamá... ?será que algo en e cambió de verdad?", pensó, su mente infantil luchando porprender.
Al notar cómos miradas de ambos se aferraban a Sabrina, un destello de resentimiento atravesó los ojos de Araceli. De pronto, dejó escapar un grito suave y teatral.
-?Ah!
La atención de André y Thiago se volcó hacia e al instante. Aracell, con el rostro pálidoo el papel, se tambaleó ligeramente,o si sus fuerzas abandonaran.
Los ojos de André se suavizaron por un instante, y sin dudarlo, levantó en brazos con una mez de urgencia y cuidado.